Casi un juego de niños, la clave —aparte de utilizar un chorizo criollo argentino de calidad— está en que vigilemos bien la temperatura y que se cocine de manera uniforme, manejando bien el juego de las brasas o de la barbacoa. Pinchamos los chorizos con cuatro pinchazos pequeños por los cuatro lados del chorizo para facilitar la salida de la grasa interna y evitar que se rompa la piel. Dejamos que se caliente bien la parrilla y esperar a que baje la intensidad de las brasas hasta que aguantes la mano unos tres o cuatro segundos y poner los chorizos moviéndolos cada dos minutos hasta conseguir una marca uniforme de parrilla por todos los lados. La forma más popular de comer el chorizo criollo en Argentina es en forma de choripán, un bocadillo en el que el embutido se acompaña siempre de salsa chimichurri. Claro está que podemos comerlo solo, con chimichurri o una salsa barbacoa como guarnición, además de acompañar de otros reyes y reinas de la parrilla como la panceta, las chuletas o la morcilla, perfectos escuderos de este plan dominical. Nosotros hoy vamos a enseñaros a ser unos auténticos maestros en el arte de asarlo, aunque podéis hacerlos también al horno o guisados. Por cierto, si alguna vez os habéis preguntado el porqué del nombre, os lo explicamos: se llaman así porque tienen parte de carne de cerdo y de carne de vaca, de ahí lo de criollo. Además, parte de su encanto está en saber cómo lograr el punto perfecto para que quede hecho, pero jugoso. Se llaman así porque tienen parte de carne de cerdo y de carne de vaca, de ahí lo de criollo. Son muchas las teorías de parrilla y barbacoa, además de ingredientes, con los que coronarse, pero pocos emulan la potencia del chorizo criollo. Perfecto para cocinar, este tipo de bocados son del todo irresistibles. Además, parte de su encanto está en saber cómo lograr el punto perfecto para que quede hecho, pero jugoso.