La palabra azúcar nos evoca cosas maravillosas, desde nuestra infancia hasta esas tabletas de chocolate que nos proporcionan inmensa felicidad delante del sofá.
La procedencia de la caña de azúcar y de otras plantas de jugo dulce es de Asia oriental, pero concretamente en la India fue donde se inventó la técnica de la cristalización.
Fue también en la India donde la conocieron las tropas de Alejandro Magno, y la denominaron la «miel sin abejas».
Después, a través de Persia la llevaron a Grecia, y allí se llamó sánjari.
El ár. hisp. assúkkar, este del ár. clás. sukkar, este del gr. σάκχαρι sákchari, este del pelvi šakar, y este del sánscr. śarkarā.
El camino etimológico ya ha llegado a su fin, pero, ¿qué pasó con el periplo del producto?
En Canarias se comenzó a cultivar en el siglo XV, y hay constancia de que en 1508 se tomaba azúcar canaria en Amberes.
En su segundo viaje a América, en 1493, llevó caña de azúcar desde las islas Canarias (lo que contribuyó a que allí se estableciese la palabra).
Esto originó que España comenzase el cultivo de la caña en América ya en el año 1506.
Concretamente, en Cuba se cultivó desde 1523, y después se extendió a otros muchos territorios.
Si atendemos a su género, veremos que es de género ambiguo (nombre común inanimado que se emplea como masculino o femenino): azúcar blanco - azúcar blanca.
En la actualidad, hay muchos tipos de azúcar y formas de referirse a él, sobre todo en América Latina: azúcar blanco directo, de pilón, en cubitos, en pan, flor, impalpable, negra, prieta, rubia, trigüeña.
Pero España tampoco se queda corta: azúcar amarilla, blanquilla, cande, centrífuga, comprimida, de cortadillo, de lustre, de malta, glas.
Y vosotros, ¿cómo llamáis al azúcar en vuestra zona geográfica?