La paella tiene tantas elaboraciones como elaboradores.
Y es que, más allá de la receta ‘oficial’ de la paella, son infinitas las interpretaciones que podemos encontrar tanto en restaurantes como en tantos rincones del país.
Y es ésta la razón por la que el mejor maridaje de vino con paella depende tanto de esa elaboración como del gusto de quien disfrute ambos productos.
No obstante, una paella puede entenderse con tintos jóvenes y blancos, pero esta elaboración se lleva especialmente bien con vinos rosados y espumosos.
Dicho esto, la paella tiene en los rosados una estupenda pareja de baile por el frescor y acidez que aportan.
Por supuesto, hay que escoger ese perfil de vino rosado, pues los que discurren por la vía más golosa no serían buena elección.
En pro de esa frescura que limpia la boca y contrasta con el guiso están también los espumosos.
Sobre todo, los de perfil brut y brut nature, que son los que tienen menos azúcar residual.
Tampoco es mala opción un vino blanco, pero hay que escoger bien para que el arroz no ‘se coma’ al vino ni éste enmascare la paella.
Lo recomendable serían referencias con buena frescura (cítricos, hierbas aromáticas) que a su vez tengan cierta estructura en la boca y untuosidad, de manera que, al tiempo que refrescan, acompañen al plato por sintonía desde esa sensación untuosa.
Para ello se puede recurrir a blancos fermentados en barrica o blancos con crianza sobre lías, siempre que mantengan su frescura.
Lo que sí admite la paella son variaciones como puede ser la de marisco o la de verduras con pollo.
Hay también quien incluye dentro de la consideración de paella platos como el arroz caldoso de bogavante e incluso la fideuá… ¡el debate lo dejamos para otra ocasión!