Su cocina, aprendida de su madre, de su abuela o de sus tías, se inspiró siempre en las recetas de su tierra, pero con un peculiar toque de creatividad. A lo largo de los años, De la Osa revisó los platos manchegos de siempre, el atascaburras, el ajoarriero, los galianos, el pisto, las migas, el morteruelo... y sobre todo el ajo morado de su tierra, que algunos como Camba denigraron y que sin embargo, en palabras del propio cocinero, es ingrediente fundamental en nuestra cocina, a la que aporta tradición, cultura y sobre todo sabor y perfume. Con un ingrediente tan modesto creó uno de los platos que ya han pasado a la historia de la cocina española, la sopa fría de ajo. Hablamos mucho de la cocina de autor, pero si a alguna le corresponde de verdad recibir ese apelativo es a la de este manchego genial. Si se habla de cocina rural nunca podemos olvidar a los que abrieron el camino, y entre ellos el más grande fue Manolo de la Osa. El recién biestrellado Benito Gómez, Maca de Castro, Ricardo Sostres, Álvaro Garrido y Dani Carnero prepararon platos a la altura de lo que aprendieron junto a su maestro. Lo de este manchego siempre me ha parecido un milagro, milagro llegar a situarse entre los mejores trabajando en un restaurante situado a más de doscientos kilómetros de cualquier ciudad importante. Siempre encontré en Las Rejas elaboraciones sugerentes, delicadas, en las que se cuidaba la mezcla de sabores y de texturas.