El proceso de elaboración del vino blanco comienza con el despalillado y estrujado de las uvas, que se someten a un proceso de presión controlada para obtener el mosto.
La fermentación es otro paso clave, donde las levaduras naturales convierten el azúcar en alcohol y dióxido de carbono, y se controla el tiempo de fermentación para determinar el nivel de azúcar en el vino.
El trasiego es el proceso de transferir el vino de un recipiente a otro para eliminar los restos sólidos, y se realiza generalmente entre noviembre y enero.
La estabilización y clarificación se llevan a cabo para eliminar los últimos residuos en suspensión, y se puede realizar mediante la adición de sustancias proteicas o filtrado.
Finalmente, la maduración es el último paso, donde el vino se deja reposar durante un período de tiempo para que adquiera su sabor y aroma definitivos antes de ser embotellado.
El tipo de recipiente utilizado para la maduración puede variar, desde barricas de roble hasta depósitos de acero o botellas, y el período de maduración suele ser inferior al del vino tinto.
La elección del método de producción es lo que determina las características finales del vino blanco.
El mosto de la primera fase, llamado yema, flor o lágrima, es de primera calidad y está especialmente valorado, sobre todo si se usa puro.
La pulpa que se obtiene después del estrujado puede volver a prensarse para producir vinos de calidad inferior, mientras que la pasta exprimida se puede aprovechar para elaborar orujos y licores.
La fermentación es un proceso delicado que debe controlarse de forma adecuada para conseguir los resultados esperados, y se hace una selección previa de las levaduras y se decide cuánto alargar el tiempo de fermentación según la cantidad de azúcar que se quiera dejar en el vino.
La etapa final de la fermentación es la maloláctica, que confiere mayor suavidad a la bebida.
El vino puede dejar macerar sobre sus lías para darle más cuerpo y sabor.
El trasiego se puede someter a uno o varios procesos, y por lo general, se hace entre noviembre y enero, cuando las temperaturas son más bajas.
El calor podría causar la proliferación de microorganismos y contaminar el vino, y se puede realizar la clarificación mediante el filtrado, pasando el vino por una membrana porosa.
Después de la clarificación, se procede a su embotellado, y el período de maduración inferior respecto al tinto se debe a que se suele consumir dentro de los tres años desde su producción.
El proceso de elaboración del vino blanco de la bodega Faustino Rivero Ulecia combina la tradición con las innovaciones tecnológicas para obtener productos de máxima calidad.
Faustino Rivero Ulecia Albariño es uno de los vinos blancos que se producen en esta bodega.