He aquí solo seis ejemplos de sus delicias en miniatura con más solera: ‘Moskovita’ (El Temple).
Se trata de la especialidad del bar El Temple, ubicado en el Casco Viejo de la capital.
Un local de los de toda la vida, conocido por los pamploneses y pamplonesas por su cocina casera.
Un frito de huevo, jamón serrano y queso.
A simple vista sencillo, pero su sabor es… ¡espectacular!
El Erizo relleno con txapela de algas marinas por su singularidad.
Elaborado con aceite de oliva, ajo y algas marinas, una combinación vanguardista con la que estimular las papilas gustativas, resulta ideal para los amantes del mar.
La mezcla de productos de toda la vida, unidos a la innovación, siempre dan buenos resultados.
Este es un ejemplo.
Un guiso tradicional en miniatura de patata y bacalao, junto a un torrezno de la propia piel del pescado, clara de huevo crujiente y yema de huevo emulsionada.
Medio huevo cocido envuelto en una suave besamel y su crujiente tempura acompañado de un exquisito vermú de grifo de Martini.
Tras más de medio siglo desde que los fundadores del bar crearan esta receta secreta, los nuevos propietarios siguen manteniéndose fieles a la fórmula original.
Desde los fogones del local señalan que el éxito se debe al cariño con el que los realizan.
Un local típico en una de las calles más top de Pamplona.
Nada más entrar, su extensa barra repleta de delicias y el aroma a ibéricos te embriagarán.
Entre sus especialidades despunta un mollete tostado al momento y relleno de virutas ibéricas de jamón, chorizo y lomo conocido popularmente como Escombro.
Un capricho indispensable para los fans de los embutidos de calidad.
Jugosa, semicuajada y con un punto salado.
Sin lugar a dudas, ¡un pincho jugoso e irresistible!