Bélgica reclama las patatas fritas como un icono de su país y su gastronomía, y se proclama a sí misma hogar y origen de este invento.
De hecho, en la ciudad belga Brujas se encuentra el único museo de la patata frita del mundo, el Frietmuseum, el cual en su página oficial defiende el plato como nacido en Bélgica.
Los defensores de la patata frita belga este alimento nació en Namur, una provincia francófona en Bélgica donde los lugareños eran especialmente aficionados al pescado frito.
Según la tradición popular, en 1680 tuvo lugar un frío invierno en que se congeló el río Mosa, de modo que los habitantes de la zona no podían pescar ahí, y para sustituir los pequeños peces a los que estaban acostumbrados frieron papas, creando así las patatas fritas.
Además, los partidarios de esta teoría tienen también una explicación para el nombre en inglés que parecen acercarlas a Francia.
La respuesta se remonta a la Primera Guerra Mundial, en la cual los soldados estadounidenses ubicados en esta región francófona de Bélgica descubrieron el nuevo invento culinario y lo apodaron como "papas a la francesa".
Pese al fallo de algunas teorías, Bélgica se mantiene persistente en su lucha por la paternidad de la patata frita.
Esto es debido a que, aunque el origen de este método sea dudoso, el origen de la cultura de la patata frita es fundamentalmente belga, según también apunta Leclercq.
En este país, las patatas fritas pueden incluso ser un plato en sí mismo, mientras en el resto del mundo se suelen utilizar como guarnición.