- Poner en remojo las fabes en el agua por espacio de 10 horas.
- Transcurrido ese tiempo, en una tartera apropiada, incorporamos todos los ingredientes excepto el azafrán y la sal, ponemos a fuego fuerte y vamos espumando impurezas hasta que comience a hervir, momento en el que bajamos el fuego a mínimo; prolongamos la cocción muy suave por espacio de tres horas, incorporando agua fría en pequeñas cantidades cuando lo requiera.
- Faltando ½ hora añadimos el azafrán y la sal justa.
- Con la morcilla que cocimos en la fabada, un poco de calabaza cocida y jugo de la fabada, hacemos una especie de crema densa.
- Lo partimos en trozos, lo freímos en aceite, lo secamos en el horno un buen reto y triturar en picadora consiguiendo un picadillo muy fino.
- La panceta que cocimos en la fabada la freímos en abundante aceite para conseguir que quede crujiente por fuera.
- Licuar bien los tomates, poner a punto de sal y azúcar.
- Filtrar con un trapo de hilo haciendo una especie de colador para conseguir su agua de vegetación que quedará de un color transparente y disolver 2 medias hojas de gelatina.