El vino no caduca como otros productos, pero si no se almacena en condiciones óptimas, puede deteriorarse, avinagrarse o perder sus cualidades.
Los enólogos recomiendan consumir cada tipo de vino dentro de ciertos plazos para asegurar que mantenga su sabor, aromas y frescura.
Técnicamente, el vino no caduca, ya que su contenido de alcohol y propiedades químicas le otorgan durabilidad.
Sin embargo, si un vino tiene un sabor desagradable o huele mal, es mejor no beberlo.
Aunque no será perjudicial para la salud, tampoco ofrecerá una experiencia placentera.
Cada tipo de vino tiene un tiempo de conservación recomendado y un periodo óptimo de consumo.
Vino blanco: Blancos jóvenes: 1-2 años.
Blancos crianza: 2-3 años.
Albariño: Se recomienda consumirlo dentro de los primeros 5 años tras el embotellado.
Moscatel: Puede disfrutarse entre 3 y 5 años; una vez abierto, debe consumirse en 2-3 días.
Vino tinto: Jóvenes: 1-2 años.
Crianza: 3-5 años.
Reserva: 7-8 años.
Gran reserva: Hasta 10 años.
Vino rosado: Mantiene su frescura y esplendor durante un máximo de 2 años.
Para mantener la calidad del vino, es esencial almacenarlo adecuadamente: en posición horizontal, con humedad óptima y a la temperatura recomendada según el tipo de vino.
Una excepción es el olor a huevo podrido, que indica una reducción excesiva pero no significa que el vino sea dañino.
Cómo saber si un vino ya no sirve: Observa su color.
Huélélo antes de probarlo.
Prueba una pequeña cantidad para confirmar su sabor.
Conservar el vino correctamente y conocer su periodo óptimo de consumo es clave para disfrutarlo en su máximo esplendor.
Ahora que sabes cuándo y cómo tomarlo, ¡descubre tus vinos favoritos y aprovéchalos en su mejor momento!