Además, su popularidad se ha extendido a lo largo y ancho de España, aunque en cada región existen variantes que hacen que los callos tengan características diferentes.
Mira nuestra receta de callos a la asturiana o la receta de menudo, callos al estilo andaluz.
Las clases populares fueron las primeras en preparar este guiso, que posteriormente fue adoptado por todas las capas sociales, consolidándose como uno de los emblemas culinarios de Madrid.
Sin embargo, con el tiempo, esta receta se ha convertido en un auténtico manjar, apreciado por su profundidad de sabor, texturas y matices.
Se caracterizan por su rica combinación de sabores y su textura gelatinosa, resultado del uso de las partes más colágenas de la ternera, como el estómago y la pata.
En comparación con otras versiones de callos que se preparan en España, como los callos a la asturiana o los gallegos, los madrileños son menos picantes y suelen prescindir de garbanzos, lo que los hace más suaves y cremosos.
Una vez listo, los callos a la madrileña deben reposar antes de servirse, preferiblemente de un día para otro, para que los sabores se intensifiquen.