El caldo gallego es un plato enjundioso de la culinaria gallega.
Picadillo avisó que el verdadero caldo gallego es un caldo enxebre, vamos, que solo llevaba patatas, judías, verduras, unto de cerdo rancio y poco más.
Pero luego afirmó: «Ahora que los gallegos somos algo más pudientes daremos una receta más condimentada».
Y así es como dio la noticia de que la receta cambiaba al tiempo que la sociedad se aburguesaba.
El caldo del Marvi es ese que con el tiempo se consideró el burgués, ya con las carnes y embutidos incorporados.
A la mesa llega primero el caldo propiamente dicho, con sus berzas, grelos, patata y alubias principalmente y al costado de este se presenta una fuente repleta con las viandas que han participado en la olla: codillo y panceta salados en casa, lacón, chorizos ahumados y la singular morcilla de cebolla gallega.
Estas carnes se solían servir antes del caldo por la sencilla razón que en el frío invierno se enfriaban antes y ahí se cumplía el dicho: el que llega tarde ni oye misa ni come carne.