Son muchas las personas que las utilizan con frecuencia para enfrentar numerosos padecimientos.
Contienen sustancias químicas en sus hojas, flores, tallo o raíz, de manera que, al ser eficientes a través de distintos métodos de preparación pueden utilizarse.
Son aquellas que elaboran unos metabolitos secundarios, llamados principios activos, sustancias químicas que ejercen una acción farmacológica.
Los principios activos de la planta se disuelven en agua mediante una cocción para crear una tisana bebible y los emplastos se preparan machacando la parte de la planta que los contiene las propiedades curativas para aplicar directamente sobre el área afectada.
Los jarabes se preparan extrayendo con agua los componentes activos o medicinales de la planta y disolviendo con azúcar o miel para ingerirlo.
Los jugos se obtienen al exprimir o licuar las plantas frescas o sus frutos.
Lavados es la aplicación de infusiones para tratar afecciones externas localizadas, como heridas, llagas, úlceras, entre otras.
Entre las plantas medicinales más populares están el girasol con propiedades antibióticas y diuréticas, además es ideal para combatir los resfriados, así como el aloe vera para aliviar quemaduras en la piel.
También árnica para tratar cuadros inflamatorios, contusiones, esguinces y dolores menstruales y postparto.
La hierbabuena es analgésica, también es antidismenorreica, funciona como relajante emocional y es un buen expectorante.
El jengibre para problemas digestivos, fatiga, dolor de cabeza.
Las hojas de eucalipto son utilizadas comúnmente para aliviar enfermedades respiratorias y estomacales, el estrés y la ansiedad.
La bugambilia es buena para afecciones respiratorias como tos, asma, bronquitis, gripe y tosferina.
El aceite de onagra es efectivo para tratar la artritis reumatoide.