La cebolla es un alimento muy antiguo, y entre sus capas esconde numerosas propiedades nutritivas y medicinales.
Es rica en minerales y oligoelementos como calcio, magnesio, cloro, cobalto, cobre, hierro, fósforo, yodo, níquel, potasio, silicio, cinc, azufre y bromo.
También es rica en vitaminas como la A, B, C y E.
La planta de la cebolla contiene esencias volátiles sulfurosas que le confieren su sabor picante tan característico.
Es interesante su contenido en glucoquinina, una sustancia que baja el azúcar en sangre, por lo que también es conocida como la “insulina vegetal”.
La Fundación Española de la Nutrición recomienda su consumo y destaca sus propiedades diuréticas y antisépticas.
La cebolla es capaz de eliminar las toxinas y fermentos que se producen en el estómago tras la digestión.
La cebolla contiene una sustancia volátil llamada alilo, con propiedades bactericidas y fungicidas.
100 gramos de cebolla nos aportan el 11,5% de la dosis diaria recomendada de vitamina B6.
100 gramos de cebolla nos aporta el 8,5% del calcio que necesitamos a diario para tener huesos y dientes fuertes.
Es una buena opción para las funciones cognitivas y nerviosas, ya que la vitamina B6 ayuda al cuerpo a producir serotonina y mielina.
La cebolla es una fuente de fibra, lo que contribuye a la ingesta de fibras solubles.
El tipo de fibra presente en las cebollas puede reducir la probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como presión arterial alta, accidentes cerebros vasculares, insuficiencias cardíacas e infartos.