La carne de res tiene mucho sabor.
Principalmente, es un sabor salado y umami con un contraste ácido y dulce.
Para no tapar este sabor lo mejor es no abusar de las especias.
Un poco de sal en escamas y de pimienta, así como unas hierbas aromáticas tipo orégano, romero o tomillo serán más que suficientes.
Los sabores picantes también son muy adecuados para este tipo de carnes.
Dale una nota intensa con chili, mostaza o ajo.
La carne de cerdo, al contrario que la carne de res, es menos salada y más dulce.
Ese dulzor hace que las costillas de cerdo sean un auténtico manjar.
A la parrilla o a la plancha tu carne de cerdo pide aromas del bosque como el comino, una nota afrutada de mano del pimentón o hierbas rústicas del estilo del romero y el tomillo.
La pimienta negra, el ajo y la cebolla en polvo son opciones que tampoco debes olvidar y si quieres triunfar sin complicarte la vida, prueba nuestra Pimienta al Ajo.
La carne del cordero tiene un sabor intenso y acerbado muy característico.
Esta carne casa especialmente bien con sabores herbáceos como el romero, la salvia y la menta.
El cordero se utiliza mucho en la cocina oriental sazonada con especias como la canela, el comino y el cilantro.
La carne de pollo es, muy seguramente, la carne con menos sabor propio.
Por eso, es fundamental utilizar las especias adecuadas.
Lo bueno es que existen mil opciones perfectas en función de la receta que elijas.
Para los guisos y estofados, la carne de res y de cerdo son las más adecuadas, y los mejores condimentos son la pimienta y hierbas aromáticas como el laurel o el perejil.
Si eres más asado, los clásicos son el pollo al horno y el cordero.
Un buen marinado le da aroma y sabor a tus carnes, y hace que la experiencia culinaria sea mil veces mejor.
De hecho, solo necesitas coger aceite, algo ácido como el jugo de un limón y las especias que más te gusten.