La teoría con más peso cuenta que este fabuloso aperitivo nació en Francia.
Y que “el padre” de las croquetas fue un aristócrata francés llamado Louis de Bechamel, encargado de la cocina del rey Luis XIV y creador del delicioso relleno actual de las croquetas, la bechamel.
Pero no es hasta 1817 cuando las croquetas (croqquettes a la royale, en este caso) son servidas en un banquete para el archiduque de Rusia.
En ese momento, fue el maestro Antonie Cámere quien tuvo la excelente idea de recubrir esa deliciosa bechamel con una capa crujiente que la envolvía por completo.
Hoy sabemos que esta grandiosa ocurrencia fue la que dio lugar a su nombre, ya que el origen etimológico de la palabra croqueta, proviene también del francés: “croquer”, que significa crujir, y cuyo diminutivo es “croquette”.
En España, se cree que el origen de las croquetas tiene lugar durante la guerra de la Independencia Española (1808-1814), época en la que se adoptaron numerosas costumbres francesas –lo que hoy se conoce como “el afrancesamiento”–, que también afectó al ámbito gastronómico.
Gracias a este fenómeno, en 1830 se registró la primera receta de croquetas, pero no era tal y como la conocemos ahora, sino que eran croquetas de arroz.
Estas deliciosas bolitas dulces fueron concebidas como postre en sus inicios, e incluidas en un popular libro de cocina: “Manual de la criada económica y de las madres de familias que desean enseñar a sus hijas lo necesario para el gobierno de su casa”.
Según la receta, se elaboraban a partir de una base de arroz con leche y se rebozaban varias veces antes de freír.
En la actualidad, las croquetas son conocidas en gran parte del mundo y, según la gastronomía de cada región, podemos encontrar diferentes tipos de croquetas y multitud de variantes elaboradas con los ingredientes típicos de cada país.