Los quesos duros, maduros y de sabor intenso, como el Cheddar añejo, el Gouda viejo o el Parmesano; e incluso quesos azules son ideales para maridar con vinos de uva Cabernet Sauvignon.
La uva Merlot, por su parte, tiene una estructura y sabor más delicados, por lo que casará de maravilla con quesos algo más suaves y cremosos, como el Brie, el Camembert o el queso de cabra fresco.
El Gruyère o el Emmental también pueden ser buenos compañeros de los vinos de Merlot, debido a su textura y sabor intermedios.
Los vinos Rioja Alavesa y los vinos Ribera del Duero elaborados con uva Tempranillo están entre los vinos preferidos de nuestro país, convirtiéndolos así en productos esenciales en las cartas de los mejores restaurantes.
Quizá sin la versatilidad de un Merlot o un Cabernet Sauvignon a la hora de complementar una variedad de quesos tan amplia, sí destacan a la hora de maridar con productos típicos españoles, como el queso manchego y otros más intensos, como el Idiazábal o el queso de cabra.
La uva Chardonnay, cuya estructura suave y textura sedosa y aterciopelada lo convierten en la opción predilecta para acompañar quesos cremosos y suaves como el Brie y el Camembert.
Los ejemplares criados en barrica que posean sabores más fuertes también pueden ser un acompañamiento adecuado para quesos más duros e intensos, como el Gruyère.
La uva Sauvignon Blanc, a su vez, posee un gusto más ácido y cítrico, por lo que puede complementar la degustación de quesos tan diferentes como el Chèvre, el Feta o el Pecorino.
Entre los productos más indicados para consumir junto a una buena copa de vino rosado, encontramos de nuevo el Feta, además del queso Gouda joven y algunos quesos de cabra frescos.
Los vinos espumosos, por su parte, poseen una estructura crujiente, textura refrescante y sabores generalmente suaves.
Características que las convierten en una opción versátil y deliciosa, especialmente al combinarse con quesos de intensidad baja o media, como el queso Brie, el queso Cheddar suave o el Parmesano.