Las creencias, la cultura popular o las tradiciones dicen que un queso manchego maridan mejor con un vino tinto con crianza.
Pero la realidad y las tendencias son otras hoy en día a la hora de elegir vinos para un queso manchego.
Hasta no hace muchos años por la potencia e intensidad de los quesos manchegos se asociaban a un maridaje que vinos con crianza, muchas veces asociados a vinos de La Rioja, o vinos de La Mancha u otra región del mundo con paso por barrica de roble.
Vinos blancos y queso manchego Hoy en día cada vez son más los expertos en maridaje que apuestan por maridar quesos manchegos con vinos jóvenes, afrutados y secos que ayudan a potenciar y complementar los matices de un queso manchego, en vez de limpiar el paladar.
Un queso manchego semicurado maridaría muy bien con vinos jóvenes afrutados, incluso con notas florales, con acidez y que sean secos o semisecos.
Si pensáramos en un vino de La Mancha podríamos probar con un joven Airén, por unir dos productos del terruño manchego.
El queso manchego curado también iría bien con el tipo de vino blanco mencionado para el semicurado, pero optaríamos por evolucionar hacia un vino blanco con algo de crianza, algo que en un blanco daría cuerpo, pero no tanto como ocultar las virtudes del queso, sino más bien potenciarlas.
El queso manchego añejo lo podríamos maridar por contraste, una opción más atrevida, pero seguramente la que mejor recuerdo os dejará por la mezcla de sensaciones.
Para ello probaríamos con un vino dulce, y para ello una buena elección sería un moscatel.