Superar esa cantidad de forma habitual podría tener efectos negativos en personas con diabetes o hipercolesterolemia, ya que en estos casos la sensibilidad a la ingesta de colesterol puede ser mayor. También se debe tener en cuenta con qué se acompañan los huevos: no es lo mismo tomarlos con verduras que junto a embutidos, bollería o pan blanco. La Escuela de Salud Pública de Harvard señala que consumir hasta un huevo al día no se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca en personas sanas. De hecho, hoy se sabe que el colesterol que consumimos a través de los alimentos influye menos en los niveles de colesterol en sangre que el tipo de grasa que incorporamos en la dieta diaria. El huevo no solo aporta proteínas de alto valor biológico, sino también nutrientes como colina, vitamina D, luteína y zeaxantina, estos últimos con propiedades antioxidantes y beneficios para la salud ocular y cerebral. Además, la mayor parte de su grasa es insaturada, lo que también juega a su favor desde el punto de vista cardiovascular. Un metaanálisis publicado en el British Medical Journal también refuerza esta idea: no se encontró relación entre el consumo diario de un huevo y el aumento del riesgo cardiovascular. La FEC insiste en que el huevo contiene gran cantidad de micronutrientes esenciales. Su yema aporta lecitina, vitaminas A, B, D y E, así como hierro y ácido fólico. La clara, por su parte, contiene albúmina, una proteína de excelente calidad. Para aprovechar sus beneficios y evitar antinutrientes como la avidina, debe cocinarse adecuadamente, sobre todo si se consume con frecuencia. Los expertos coinciden en que el verdadero riesgo para el corazón no está en el huevo en sí, sino en una alimentación desequilibrada y pobre en nutrientes. Comer huevos a diario no es perjudicial en personas sanas si se hace con moderación y dentro de una dieta rica en vegetales, frutas, legumbres, cereales integrales y grasas saludables.