Lee atentamente la etiqueta.
Para poder saber cómo debe conservarse cualquier producto -y también una salsa- es fundamental revisar la composición del producto.
En el caso de que se indique que este debe conservarse en la nevera tras su apertura, ese será el método correcto de conservación, independientemente de si se trata de una salsa ácida o con grandes dosis de sal.
Por lo general, en el etiquetado también se indica el tiempo máximo de conservación en la nevera.
La recomendación de los expertos consultados es seguirla, incluso aunque no se aprecie ningún síntoma de deterioro.
Las salsas hechas con huevo no deberían conservarse más de tres días desde su apertura.
Las salsas que contienen grandes proporciones de sal y vinagre, como es el caso de la salsa de soja o el tabasco pueden conservarse perfectamente a temperatura ambiente, incluso durante semanas.
Si se congela debidamente, una salsa puede aguantar perfectamente hasta un año dentro del congelador.
Para ello, eso sí, es fundamental envasarla en una bolsita o tarro apto para congelador.
Una forma de conservar las salsas caseras pasa por introducirlas en un tarro de cristal, taparlo herméticamente y dejarlo al baño maría a fuego lento durante 40 minutos o hasta escuchar un aviso de la tapa que nos informe de que ha sido sellado al vacío.
Conocer el nivel de pH de una salsa es fundamental para saber cómo y cuánto conservarla.
A menor nivel de pH, más ácida, pero también más segura, al no permitir la proliferación de microorganismos en su interior.
Lo ideal es que el nivel de pH de la salsa no supere el 6.
Algo que podrás averiguar comprando unas tiras de tornasol.
De esta forma podrás medir la acidez de tu salsa casera y hacerla más o menos ácida.