La primera leyenda dice que una campesina navarra se vio obligada a dar de comer al general carlista Zumalacárregui, de camino al sitio de Bilbao, con lo que tenía en casa: patatas, huevos y aceite.
Hay quien dice que fue el propio general el que la inventó, pero parece poco probable que aquel John Wayne de boina roja se convirtiera en un Arguiñano improvisado mientras sus hombres bombardeaban Bilbao.
La palabra «tortilla» existía ya desde el XVI, aludía a una cosa distinta.
La de patata, o española, se impuso en el siglo XIX como merienda fría o plato caliente.
Se la cita por primera vez a finales del siglo anterior en el libro Espoz y Mina, el liberal, del historiador José María Iribarren, quien describe la tortilla como un plato navarro de cena que se usaba en la zona de la montaña baja a base de huevos, patatas y atapurres de pan.
Estamos, ahora sí, ante la primera tortilla de patatas.
Más baratas que los huevos, se usaban para que éstos cundieran más.
Así que fueron los aldeanos de Navarra los inventores de un plato que pasaría de castizo a global siglo y medio después.