El chorizo es uno de los embutidos más representativos de la gastronomía española y nunca falta en nuestras mesas, sobre todo nuestras cestas de Navidad.
Sus orígenes se remontan al siglo XVI y desde esa fecha no deja de conquistar paladares.
Los embutidos tienen origen desde la antigua Grecia y Roma, pero en esa época eran blanquecinos, color carne o negros, si es que llevaban sangre, pero no rojizos.
Tomaron este color recién en el siglo XVI cuando llegó el pimentón en España, que junto con el ajo, logró darle el toque de diferencia entre los de otros países.
La elaboración de los chorizos y demás embutidos, según el calendario Románico de San Isidro, del siglo XII, era más que una necesidad una tradición gastronómica, ya que las familias se reunían cada mes de noviembre para la matanza de cerdos y así almacenaban todo lo que podían: salchichón, morcilla, costillares, jamones, entre otros.
Existe una anécdota recogida por el gastrónomo Ángel Muro en el que se cuenta que el Rey Carlos IV se encontró con un choricero mientras cazaba y al probar el producto de este artesano quedó tan satisfecho con el sabor que lo nombró proveedor oficial de la casa real, originando así que se le diera mayor importancia a este alimento.