Para hacer vino casero, lo primero que debes hacer es elegir unas buenas uvas que se encuentren en un buen punto de madurez y sean de excelente calidad.
Debes dar comienzo al proceso de despalillado y estrujado de la fruta, para lo que puedes ayudarte de una máquina despalilladora.
Una vez listo, debes colocar la mezcla de zumo, hollejo y semillas en una vasija para que fermente, un proceso que puede durar entre 8 y 10 días.
En este punto, lo único fundamental es que la temperatura no supere nunca los 30 °C.
Deberás agregar la levadura, las sales de sulfuro y el metabisulfito para eliminar las posibles bacterias.
Vas a notar que la fermentación ha terminado cuando veas que desaparecen las burbujas de la mezcla.
Entonces será el momento de medir el pH de tu vino con el pHmetro, ya que este suele disminuir.
El siguiente paso será prensar toda la mezcla para extraer también el vino que ha quedado atrapado en la parte sólida y separar ambas.
Para hacer esto, puedes ayudarte de una prensa.
Finalmente, cuando se haya cumplido el tiempo, podremos poner el vino en botellas de cristal, las cuales tendremos que tapar con tapones de corcho natural para que este no se estropee.