Los olivos son árboles resistentes a la sequía, capaces de sobrevivir en condiciones de bajo suministro de agua. De hecho, los olivos tienden a producir aceitunas de mayor calidad cuando se riega con moderación, ya que el estrés hídrico puede aumentar la concentración de polifenoles y otros compuestos beneficiosos para el aceite de oliva. Sin embargo, esto no significa que los olivos no necesiten agua en absoluto. Los árboles más jóvenes necesitan un suministro constante de agua para establecer sus raíces y crecer adecuadamente, y los árboles maduros necesitan agua para producir una cosecha saludable. Una forma de determinar la cantidad adecuada de agua para los olivos es mediante la medición del contenido de humedio del suelo. Otro factor importante a considerar es la frecuencia de riego. En general, es mejor regar los olivos con menos frecuencia pero en mayores cantidades, ya que esto fomenta el crecimiento de raíces más profundas y resistentes a la sequía. Un buen criterio es asegurarse de que el agua alcance al menos 60 cm de profundidad en el suelo con cada riego. También es importante tener en cuenta la época del año y las condiciones climáticas al planificar el riego para los olivos. Durante los meses de invierno, los olivos necesitan menos agua debido a la menor tasa de evapotranspiración, y durante los meses de verano, pueden requerir riegos más frecuentes debido a las altas temperaturas y la mayor demanda de agua. En resumen, el riego es un factor crítico en el cultivo de olivos, y es importante encontrar el equilibrio adecuado para proporcionar suficiente agua sin desperdiciar recursos valiosos.