Al ser un pescado blanco y muy fino, es preferido por quienes no son aficionados al sabor fuerte de los pescados azules. En general, el cliente prefiere las truchas más bien pequeñas, de ración, porque son más suaves y tiernas. Sin embargo, algunos cocineros profesionales, como Alberto Lozano, chef del restaurante Río Piedra, de Nuévalos, prefieren los ejemplares más bien grandes porque se pueden trabajar mejor y tienen una carne más dura y sabrosa. Además, cuanto más grandes son, mejor se pueden quitar las espinas. La trucha común o trucha de río es esbelta, tiene de 30 a 40 centímetros de longitud, aunque puede alcanzar los 80 centímetros y un peso de unos 10 a 15 kilos. La trucha arco iris es la especie más cultivada en las piscifactorías, presenta una coloración verde azulada y oscura en el dorso, con los lados más claros y el vientre tirando a blanco. La trucha de criadero es la que podemos encontrar en las pescaderías y supermercados, su sabor y textura, lógicamente, no son los mismos que los de las truchas capturadas por los pescadores en los ríos, lagos o embalses.