La leche de cabra mejora los síntomas relacionados con el estrés, como el insomnio, la constipación, la indigestión, la migraña y los eczemas de la piel, gracias a las características médicas y nutricionales de los ácidos grasos de cadena corta y media de la leche de cabra.
La leche de cabra se considera un alimento funcional, ya que proporciona salud.
Su gran digestibilidad se debe a su natural homogeneización de los glóbulos de grasa, que son pequeños y tienen una gran superficie para que sean degradados por las enzimas de forma más fácil que en las leches de otras procedencias.
El consumo de leche de cabra reduce el colesterol total y la fracción LDL gracias a los aminoácidos de la cadena media.
La leche de cabra es la alternativa a la leche de vaca para aquellas personas con desórdenes digestivos, problemas de úlceras de estómago, colitis, acidez, afecciones del hígado y de la vesícula biliar.
La de cabra es una leche casi alcalina y de alta digestibilidad.
La leche de oveja es más digestiva que la leche de vaca, por ello, es muy recomendable para personas mayores.
La leche de búfala es un buen sustitutivo para las personas con intolerancia a la lactosa puesto que por la acción de los fermentos durante la fermentación que la transforman en ácido láctico y encontramos una presencia de lactosa por debajo de 0,01%.
La leche de oveja tiene doble concentración en proteínas y materia grasa.
La leche de oveja es muy rica en vitaminas, oligoelementos y macrominerales.