El truco para que los calamares queden siempre blandos es asegurarse de retirarlos del aceite en el momento exacto en que comienzan a flotar en la superficie.
Si los calamares permanecen demasiado tiempo en el aceite, la carne se endurecerá rápidamente, volviéndose gomosa y perdiendo su textura suave y delicada.
Este fenómeno indica que el interior del calamar está perfectamente cocinado, y es el momento preciso para retirarlos.
La cocción rápida es perfecta para frituras o salteados, y consiste en cocinar los calamares a alta temperatura durante no más de 2 minutos.
El truco, casi imperceptible, es el secreto para lograr la textura perfecta que todos buscamos al cocinar calamares.
Para conseguir un cocinado homogéneo, es recomendable cortar los tubos de calamar en anillas de tamaño similar, alrededor de 2 o 3 cm de grosor.
La cocción lenta es perfecta para guisos o recetas en salsa, y en este caso, los calamares deben cocinarse a fuego bajo durante al menos 30 minutos.
Este proceso ayuda a suavizar las fibras musculares del calamar, lo que resulta en una textura mucho más blanda.
Si dispones de más tiempo, puedes dejarlos sumergidos toda la noche en la nevera.
De esta forma, el efecto se maximiza y los calamares quedarán aún más tiernos.