La morcilla es un embutido elaborado con sangre, carne, grasa y condimentos.
El nutriente que se encuentra en mayor cantidad es la grasa, seguido del agua, con un contenido semejante en grasa saturada y monoinsaturada y menor en poliinsaturada.
La morcilla es una buena fuente de proteínas, hierro, vitaminas del grupo B y minerales.
El hierro es un nutriente esencial para la producción de glóbulos rojos y la morcilla es una de las mejores fuentes de hierro de origen animal.
“En este sentido, 100 gramos de morcilla cubren las ingestas recomendadas de este mineral (hierro) para hombres adultos y el 77% de las recomendaciones en mujeres adultas”.
Las vitaminas del grupo B son importantes para el metabolismo, el sistema nervioso y el sistema inmune.
La morcilla también es un alimento alto en calorías y grasas saturadas.
Se recomienda consumirla con moderación, especialmente si se tiene sobrepeso u obesidad, o si se tiene riesgo de enfermedades cardíacas.
No debemos abusar del consumo de morcilla, con su característico elevado contenido calórico y graso: hay que hacerlo en pequeñas cantidades y dentro de un consumo esporádico.
La morcilla puede ser un alimento saludable si se consume con moderación.
Es importante elegir morcillas de buena calidad, elaboradas con ingredientes frescos y naturales.
Algunos especialistas coinciden en algunas recomendaciones simples para tener en cuenta al momento de consumir la rellena.
Corte la morcilla en rodajas finas y cocínela a la plancha, al horno o a la parrilla.
Acompaña la morcilla con verduras y frutas para aumentar el contenido de fibra y nutrientes de la comida.
Limite el consumo de morcilla a una o dos veces por semana.
Si tiene alguna condición médica, es importante consultar con su médico antes de consumir morcilla.