El jamón ibérico es una de las insignias de la dieta mediterránea, artículo de alta cocina y lujo gastronómico.
Un deleite para el paladar en el que todo influye, desde la región en la que se elabora hasta la forma de cortarlo.
Si visitas España no puedes irte sin probar un buen plato de jamón ibérico.
Cualquier momento es bueno para disfrutar de este manjar.
O quizá, acudiendo a una cata como las que se organizan en el mercado sevillano de Triana o apuntándose a alguno de los tours de vino y jamón ibérico que se celebran en Madrid.
Otra opción es acudir a una cata/taller y descubrir todos los secretos del corte de jamón a la vez que se prueban las lonchas recién cortadas o, para los que aún quieran saber más, conocer todo el proceso de cría y elaboración apuntándose a un viaje gastronómico por los territorios que conforman las rutas jamoneras.
El Jamón Ibérico D.O.P. Guijuelo es una de las denominaciones de origen más famosas, quizá porque es la primera que se creó.
Se elabora en varios municipios al sudeste de la provincia de Salamanca, con la propia Guijuelo como cabecera.
El Jamón Ibérico D.O.P. Dehesa de Extremadura sólo acepta cerdos criados en esta comunidad autónoma y su zona de producción gira en torno a las dehesas de encinas y alcornoques de Cáceres y Badajoz.
El principal protagonista en la historia de este manjar es el cerdo ibérico.
Una raza autóctona que a lo largo de los años ha ido desarrollando las características que lo hacen especial y diferente.
Dentro de los jamones ibéricos existen diferentes categorías, en función del origen y la alimentación del animal, que están marcadas con un código de colores.