El pan ha sido un alimento fundamental en la historia del hombre y existen documentos que lo atestiguan en cada época a través de la literatura, la pintura o expresiones coloquiales, entre otras. Su origen e historia han inspirado leyendas muy dispares y muchas atribuyen a los egipcios de hace más de 6 milenios el aprovechamiento de las cosechas para elaborar las primeras hornadas de pan. Se cuenta que el descubrimiento del pan subido se debe a que un panadero egipcio habría dejado varias horas una pulpa de cereales al aire y la mezcla habría ido fermentando y aumentando por efecto de la multiplicación de los microorganismos en la harina. En cualquier caso se les considera a los egipcios los primeros panaderos profesionales e incluso se piensa que inventaron el horno con un espacio para la combustión y otro para la cocción. Los griegos fueron esmerados panaderos y fabricaban una galleta de pasta sin levadura. El de panadero ha sido un oficio que ha contado con el respeto social y la protección del poder a lo largo de la Historia. Pero la fabricación del pan fue durante mucho tiempo una actividad familiar y de campo y, en las últimas décadas, el pan de siempre, el artesanal que conserva los métodos tradicionales, está siendo demandado de nuevo. Es importante que mantengamos viva esa llama ancestral en medio de un mercado inundado por los panes industriales resultado de sistemas mecanizados y estandarizados.