El cultivo de ajo es una interesante alternativa para el productor nacional, ya que hay variedades adaptadas a nuestro clima y que se desarrollan bien, además, su venta es permanente.
A nivel país, se estima que el 10 % de lo que se consume es producción nacional y el 90 % se trae de China y Argentina.
El ajo es un cultivo que requiere climas templados y secos.
Preferentemente se debe sembrar cuando hayan pasado todas las posibilidades de heladas, aunque soporta bien fríos de hasta 10 °C.
Cuando sube la temperatura se desarrolla mucho más rápido.
En nuestro país crece muy bien, dando buena producción en la zona centro-sur.
El ajo en su primera etapa puede tener problemas si hay exceso de nitrógeno en el suelo, y esto se nota cuando hay buena formación vegetativa, pero no logra buen tamaño de cabeza de ajo.
Las variedades que han demostrado una buena adaptación a nuestro clima son Mineiro, que es tempranera y su cultivo va desde marzo hasta fines de mayo, y la variedad Cazador un poco más tardía y puede sembrarse desde mediados abril hasta mediados de junio.
Una vez establecido el ajo, es importante realizar el control de malezas ya que este cultivo no tolera su presencia, también necesita de riego, por lo menos entre dos a tres veces por semana, puede aguantar un poco de sequía, pero se recomienda que siempre tenga buena humedad.
El momento de la cosecha se puede reconocer cuando las hojas del cultivo se tornan amarillentas, sin embargo, es fundamental guiarse por la duración de su ciclo.
La ganancia puede ser interesante, si se obtienen entre 140 a 160.000 plantas por ha, cuyo precio promedio es de G. 1000, lo que daría un valor bruto de G. 14 a 16.000.000, del que se deben descontar los G. 4.000.000 de costo de producción y unos G. 500.000 de trabajos pos cosecha.